domingo, 9 de febrero de 2014

RELIQUIAS DE MADRÁS Y GOA

Empezar y terminar un viaje a la India en iglesias cristianas es raro, cierto. Pero si encima en una de ellas hay una reliquia de un apóstol y en la otra el cuerpo del fundador de los Jesuitas, la cosa cobra más empaque.
Madrás (actualmente Chennai) tiene el extraño honor junto sólo a otras dos ciudades en el mundo, de alojar reliquias de un apóstol. Las otras dos son Roma, con San Pedro, y Santiago de Compostela. El tamaño, si es que importara, dejaría en mal lugar a Santo Tomás, el apóstol de la India. La reliquia es muy pequeña. La iglesia, bastante sosilla, y muy actualizada, carece de interés artístico; de hecho es un pastelito decimonónico. Tan solo la presencia en la cripta del lugar donde presuntamente fue enterrado Tomás y un fragmento de hueso le confieren valor como para  acercarse a verlo. Pero llegar tan lejos y no hacerlo sería absurdo. Nos cuestan que llegó en el 52 d.C. y que fue martirizado allí, en una colina cercana en 72 d.C. Curiosamente, para entrar en la cripta nos exigen que nos descalcemos, como en los templos hinduistas y en los musulmanes (también lo harán en una sinagoga en Cochin, es la señal de respeto al entrar en un lugar sagrado; por el contrario, yo me quitaba mi sombrero en todos ellos sin que nadie dijera una palabra al respecto. Costumbres). De todas maneras, a mi modo de ver lo chocante, lo de veras misterioso, es pensar en el arrojo de un tipo que se cruza medio mundo -con los medios de entonces- para predicar. Seas o no creyente, reflexionar sobre esto les da un valor humano, físico, innegable: se trata de miedo, de enfermedades, de incertidumbres, de ataques, de extravíos, de rechazos… de querer ir más allá pese a todo.

Y el otro, San Francisco Javier, cuyo cuerpo puede verse en una urna de vidrio en la Basílica del Buen Jesús de Goa. Cada diez años, en noviembre, lo trasladan durante cuarenta y cinco días a la catedral de San Francisco de Asís, justo enfrente. En 2014 toca, así que en Noviembre próximo puede asistirse allí a ese acto. Una vez más, asistí curioso a la presencia, muy lejos, de una construcción como la de al lado de casa. Una iglesia perfectamente portuguesa, barroca de finales del XVI, hecha a semejanza de otra de igual nombre que se encuentra en Roma. La decoración, muy sencillita igualmente, aunque con un par de retablos buenos y el lugar donde se encuentra la urna, en alto para evitar avalanchas y ante la que había bastante gente. El cuerpo, que trajeron de Malaca, en Malasia, puede verse mejor en unas fotos que se exhiben junto al arca de plata donde originalmente se custodiaron las reliquias. En todo el recorrido busqué y busqué y por fin, al salir del pequeño, encalado y descuidado claustro, encontré. A la salida de la basílica hay una figura de san Francisco Javier, delante una de esas “cajas fuertes – cepillo” típicas de la India para las dádivas con el rótulo “petitions and offerings” y a un lado, por fin, unos pocos azulejos portugueses. Manías de cada uno.
En fin, esto también es la India, pero no lo más interesante. Continuará...

Para terminar os recomiendo mucho el libro de Peter Manseau titulado Huesos Sagrados, en cuyo primer capítulo encontrareis una buena historia acerca de estas y otras reliquias. Interesantísimo libro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario